LA CORPOREIDAD
En 1947, Maurice Merleau-Ponty, en Fenomenología de la percepción, define ésta introduciendo la palabra y el significado de corporeidad, al cual se adhiere la mayoría de los filósofos contemporáneos: “Percibir es tornar presente cualquier cosa
con la ayuda del cuerpo” (Merleau-Ponty, 1947:152). “Yo no estoy
delante de mi cuerpo, estoy en mi cuerpo, o mejor, soy mi cuerpo”
(Merleau-Ponty, 1945:116). Mediante estos conceptos se instala la frase
emblemática de la corporeidad: Mi cuerpo es mi vida.
A partir de 1980 irrumpe un lenguaje científico nuevo,
que se diferencia de los utilizados hasta entonces. Surge un glosario
para la educación física en el cual la corporeidad y la motricidad
adquieren un protagonismo central, y que utilizan actualmente las
corrientes innovadoras en Europa y América.
El autor español Jesús Paredes Ortiz (2003) afirma:
“Nacemos con un cuerpo que desde el momento del nacimiento, a través de
la acción, del movimiento, se adapta, transforma y conforma como
corporeidad. Este proceso acaba con la muerte: es entonces cuando
dejamos nuestra corporeidad, para acabar siendo un cuerpo”.
Henry Portela Guarín (2002) y Silvino Santín (Gómez,
1998) hablan de “La comprensión del cuerpo acompaña la imagen de hombre
que a su vez está vinculada a cada grupo humano y a su proyecto
cultural. El modo de ser del hombre es la corporeidad”.
Alicia Grasso (2005) afirma: “La corporeidad soy yo y
todo aquello en lo que me corporizo, todo lo que me identifica. Nuestra
corporeidad está presente aun cuando nosotros no lo estamos
físicamente.”
Aproximación a la definición del concepto
Cuando hablamos de corporeidad la palabra expresa una
idea, un concepto múltiple, plural, complejo y diverso de una unidad:
uno mismo. Ese “uno” que a su vez no tiene otro igual, que como
individuo es único e irrepetible, y que como grupo es un conjunto de
sujetos absolutamente diversos. Sin embargo, ¿qué entendemos cuando
utilizamos el vocablo corporeidad? ¿Está
instalada la corporeidad como una lógica de “Pensar, decir y hacer” la
misma idea? ¿Qué hacemos al expresar que se trabaja desde la
corporeidad? Es más común de lo deseado hallar la contradicción
manifiesta sobre la idea teórica de corporeidad y el uso del cuerpo en
la práctica diaria. Desde la formación profesional hasta la impartición
de las clases en las escuelas es posible observar que aún se forman
cuerpos saludables, útiles y obedientes, propios del paradigma
conductista (Grasso, 2001).
Por ello es necesario incluir la corporeidad no sólo
como un término de diccionario o elemento del discurso, sino que es
ineludible estimularla en la intervención directa con el niño mediante:
• Una teoría y una práctica idóneas, con experiencias
integradoras, que incluyan a todos los alumnos desde su identidad
corporal.
• Sesiones donde se ponga en juego la naturaleza física,
emocional, mental, espiritual, social y familiar de todos, sin las
discriminaciones propias de un modelo adquirido o que está en vías de
obtenerse.
• Actividades donde el aprendizaje sea orientado y útil
porque tiene un significado auténtico para cada alumno, no sólo para el
maestro.
• Creatividad: experimentando, descubriendo, imginando,
probando, generando y eligiendo desafíos significativos y que enseñen
para la vida.
Estos objetivos demandan profesionales que construyan la correspondencia entre las
emociones, las acciones y los significados en la convivencia cotidiana
de sus alumnos. Además, es preciso propiciar entre los docentes una
enseñanza que permita innovar, a partir de prácticas fructíferas,
sustentadas en enfoques actualizados y en nuevos contenidos
interdisciplinares que faciliten la experimentación, la resolución de
problemas, y así, probar, investigar y aprender del conflicto y la
diversidad.
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